Biomas terrestres: La Pradera

La última Era Glacial desempeñó un importante papel en la formación del suelo de las grandes praderas. Los glaciares, al avanzar, empujaron enormes cantidades de tierra a su alrededor. La diferencia de temperatura entre el frente del glaciar y el aire circundante, causó fuertes vientos que arrastraron la tierra. Este material arrastrado por el viento, denominado loess, fue acumulado en gruesas capas sobre las Grandes Planicies. La acumulación de loess dió origen a una espesa capa de tierra en la cual pudieron desarrollarse las praderas.

Las praderas se encuentran en parajes con lluvia de 25 a 75 cm por año, cifra insuficiente para el sustento de un bosque, y superior a la normal en un desierto verdadero. Se extienden al occidente de Estados Unidos, Argentina, Uruguay y parte de la región sur del Brasil, Australia, Rusia meridional y Siberia.

El suelo de las praderas es muy rico en capas por virtud del rápido crecimiento y descomposición de los vegetales, y muy apropiado para el crecimiento de plantas alimenticias como trigo y maíz.
Durante el invierno, el agua cae en forma de nieve. En la primavera, cuando la nieve se derrite, los pastos están aptos para crecer verdes y brillantes debido a toda el agua disponible. Pero el agua no está disponible fácilmente el resto del año.

Conforme el verano llega y se va, las hojas altas de pasto se secan y mueren, convirtiéndose en materia orgánica. Esta materia orgánica seca se incendia fácilmente durante las tempestades. El fuego corre por las planicies restituyendo los nutrientes al suelo en forma de ceniza, y así se hacen útiles para el crecimiento del pasto de la próxima primavera. Los pastos no mueren por el fuego debido a que poseen partes subterráneas con capacidad de crecer. Otras formas de vegetación, como árboles y arbustos, mueren por causa de la deficiencia de agua o por el paso del fuego. Por esta razón, los incendios tienden a sustentar el ecosistema de una pradera.

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